21 de abril de 2007

A sociedade de massas


Mills, Wright “A elite do poder”. Zahar editores. Rio de Janeiro


Capítulo XIII: A sociedade de massas


El argumento principal de éste texto reside en la exposición, caracterización y diferenciación de los conceptos de público y sociedad de masas. Uno de los argumentos de trabajo y desarrollo más importantes de la carrera de Wright Mills. Posteriormente a esto, también argumenta el hecho de que los hombres informados son aquellos que saben transformar sus problemas personales en cuestiones sociales. Mientras que, aquellos hombres que forman parte de la sociedad de masas son los que están constantemente atacados por los problemas personales, y que se refugian en las respuestas u opiniones que los medios de comunicación le dan para poder sobrevivir a ellos.

El autor, en éste texto, expone su visión de éstos conceptos de público y masa. Y, de manera muy particular, comienza su exposición con el desarrollo del concepto de opinión pública, que vendría a ser la voz común de la masa. Un concepto que el autor relaciona con el desarrollo de las sociedades democráticas y, a demás, con la configuración de la clase media y la generalización de la libertad de expresión. En definitiva, la concretización de unos conceptos de finales del siglo XVIII con el desarrollo de la economía de mercado (resultando también en una revolución de los conceptos de sociales). Una transformación que también conlleva la aparición del público, dentro de las sociedades de masas.

Más allá de estas generalidades, y del planteamiento de la situación en la que se desarrollan las teorías de Mills, el principal punto fuerte del artículo está en la caracterización de dos conceptos básicos para nuestro objetivo. Los de público y masa. Dos conceptos que, para el autor, tienen unos puntos en común pero, sobretodo, unas diferencias significativas. I, precisamente, la exposición y argumentación de todo esto es algo que considero bueno del texto en concreto. Por la simpleza, o facilidad, con la que puedes llegar a comprender todos éstos argumentos. Eso si, teniendo en cuenta el momento en el que fueron escritos los textos y el contexto del momento, para el propio autor.

Quizás es mejor presentar las diferencias que existen entre público y masa (o opinión pública, como también utiliza Mills), porqué, a partir de aquí, se pueden sobrentender las características de cada uno de éstos conceptos. Así pues, la primera se centra en la diferencia de proporción entre los que forman la opinión y los que reciben ésta opinión. O sea, entre los que crean mensajes y los que los reciben. Según concreta el autor, una masa es cuando hay una gran cantidad de receptores y pocos creadores de opinión, entonces se utilizan los medios de comunicación de masa para hacer llegar éstas opiniones. En el caso contrario está el público, que tiene una cantidad más o menos similar de personas creadoras de opinión y de receptores de ésta.

La segunda característica está en la posibilidad o no de responder a éstas opiniones recibidas, y al hecho de que por ello haya algún tipo de represalia o no. En el caso del público si que se puede responder, por la propia organización de los canales de comunicación. Mientras que por la misma razón, por el hecho de existir una estructura muy cerrada, en el caso de las masas es imposible ésta respuesta. Y, si hubiera la posibilidad de manifestar la opinión de la masa en relación al mensaje recibido, se podrían ejercer algún tipo de represalias.

El tercer punto de diferenciación se centra en las relaciones de formación de opinión con la realización de los individuos en el propio acto social. O sea, la facilidad que hay para que la opinión pública modele efectivamente las decisiones. En éste sentido, la estructura cerrada en la que tenemos que pensar en el caso de la masa (o al menos así es como uno se lo acaba imaginando con la lectura de estos argumentos), hace que ésta puesta en práctica de las opiniones sea casi imposible. El sistema, las autoridades, controlan el proceso y fiscalizan cualquier movimiento en éste sentido. En el caso opuesto, el del público, ésta transformación de la realidad social del individuo ya es una posibilidad real, ya puede surgir efecto el mensaje recibido si es puesto en práctico, aún con la oposición de las autoridades.

Finalmente, el cuarto aspecto de diferenciación se centra en el margen de autonomía real que tienen el público y la masa respecto a las autoridades. En éste sentido, y a tenor de la concepción ya expuesta, la masa no dispone de ninguna autonomía, mientras que en el caso de los públicos ésta si que existe. Y, a demás, es ejercida y puesta en práctica.

A parte de ésta diferenciación, el Mills también argumenta una diferenciación más evidente a partir de sus formas predominantes en la comunicación. Así pues, para un público la discusión es el medio de comunicación fundamental. Mientras que para la masa es solo un vehículo formal pues, como ya se ha argumentado, no hay posibilidad de ésta discusión. De todas formas, y en esto estoy de acuerdo con el autor, la sutileza con las que muchas veces se ejerce ésta comunicación hace que sea difícil de detectarlas y, como consecuencia, conocer a fondo las funciones que cumplen los diferentes vehículos en el acto de la comunicación.

Más allá de todo esto, poco a poco, ante la situación en la que se encontraban las propias sociedades, así como a la propia transformación que se estaba produciendo en ellas, muchos públicos se van transformando en masas. Con lo que la propia masa se acaba convirtiendo en multitudes. Cuando esto sucede, la fuerza y la llamada “violencia psíquica” de los medios de comunicación de masa, hacen mucho más vulnerable la multitud y posibilitan que sea disgregada y desactivada de forma más sencilla.

Mills introduce en éste artículo un concepto muy interesante y que puede generar mucha controversia entre los teóricos de la comunicación de masas. Se trata de lo que llama analfabetismo psicológico. Una forma de considerar y definir la actitud de las personas en el proceso de comunicación pero, sobretodo, en el mismo hecho de autorrealización de cada uno. Creo que de forma acertada sirve para dar alguna que otra explicación acerca del porqué de muchas de nuestras formas de actuar (como individuos) ante la realidad que nos envuelve.

El autor describe éste concepto a través de cuatro consideraciones. La primera dice que muy poco que lo que creemos saber de la realidad social del mundo fue comprobado directamente por nosotros, con lo que la mayoría de nuestras concepciones proceden de lo que nos “cuentan” los medios de comunicación. Un hecho más que evidente en las sociedades actuales en las que la globalización convierte en toda la información accesible pero, a su vez, en imposible de verificar a través de nuestra propia experiencia.

El segundo aspecto se centra en la posibilidad o no de contrastar las informaciones ofrecidas por los propios medios a partir de la comparación de éstos. Lo que sólo es posible en un entorno en el que éstos no fueran monopolizados totalmente.

El tercero, y quizás el más impactante y controvertido, es aquel que incide en nuestras propias experiencias externas e internas. En éste terreno el autor se arriesga mucho al afirmar que los medios de comunicación no solo se infiltran en nuestras experiencias de las realidades externas, sino también en nuestras propias experiencias personales. O sea, que los medios de comunicación son los que nos dicen quienes somos, dónde queremos llegar, como podemos hacerlo y cuando desistir de éstos objetivos. Personalmente creo que ésta concepción de los medios de comunicación se fundamente en la creencia de que éstos tienen una gran cantidad de poder. Cosa que, según mi punto de vista es exagerado. Reconozco y acepto que, cada vez más, los individuos generan mayor dependencia de los medios de comunicación de masas y de los mensajes y aportaciones de éstos. Pero hasta cierto punto aún no se ha perdido la concepción de individuo, por lo tanto, el hecho de que sea cada uno el que se haga y se reconozca a si mismo. No sin obviar que las influencias externas puedan ser más o menos, y más influyente so menos. Pero dando un amplio margen a la libertad individual.

El último de los argumentos es el que expone el hecho de limitar el campo dónde es posible discutir e intercambiar experiencias entre los individuos. Otro argumento que creo que es arriesgado porqué, precisamente, la situación actual de los medios de comunicación permite un conocimiento mayor y mejor de otras opiniones, argumentaciones, de individuos. Por lo tanto, lo único que se hace es multiplicar los escenarios de posible intercambio de ideas, de discusión, y no sustituirlos.

Finalmente, y relacionado con el título del libro que recoge éste artículo, Wright Mills vincula los medios de comunicación, y la sociedad de masas, con la existencia de una elite de poder. En éste caso, el poder se sustenta a partir de la posesión o no de informaciones y la utilización de estas para manipular a los individuos. Caso contrario es el de los públicos, en los que al no existir éstas autoridades dominantes, éstas no ejercen ningún ejercicio de poder, al menos como entiende el autor las elites.

xavier

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