22 de abril de 2007

Densensitization



Morris, P. and Torhnham, S. “Media Studies: a reader”. Edinbinburgh University Press, 2003

Capítulo XXXIII: “Densensitization, violence and the media” Eysenck, H. and Nias, D.K.B.



Este texto es un buen ejemplo de cómo los mensajes pueden afectar directamente a la audiencia. Un trabajo de los autores para recoger los diferentes experimentos, análisis e investigaciones que se han realizado, en los últimos años, acerca de la posibilidad que tienen los medios de comunicación de influir en las personas. Y, en concreto, se concentran en intentar averiguar si es posible reducir la sensibilidad de las personas a imágenes de violencia. Lo que los autores llaman “densensitization”. Y lo intentan averiguar a partir del comentario de algunos estudios hechos en éste sentido.

Estoy de acuerdo, totalmente, con la exposición que hacen acerca de la influencia evidente de los mensajes visuales en nuestro carácter, en nuestra actitud acerca de las cosas que nos rodean. No todas las personas tienen la misma reacción delante de un mismo estímulo, por lo tanto, tampoco todas las personas se van a influenciar de la misma manera. Pero, en éste mismo sentido, todos los estudios si que recogen una tendencia a reducir su sensibilidad a las imágenes de violencia si, previamente, han sido ya “tratados” contra esa violencia. Y esto está explicado a través de las experiencias de diferentes autores en sus respectivos estudios.

Presentan, por ejemplo, el trabajo de Lazarus del 1962 que concluyó que un 70 por ciento de los elementos que estuvo estudiando tuvo una reacción en su cuerpo al ver las imágenes de extrema violencia de una película. En el momento en el que estas personas veían el sacrificio de mutilación de una tribu, desencadenaban una alteración en su piel como respuesta a éste estímulo visual. Y, a continuación, complementan éste estudio con el de Berger, del mismo año, que intentaba ir más allá en esta investigación. Y, en este sentido, lo que pretendía era analizar si estas reacciones en la piel eran constantes o si, por el contrario, a medida que nos acostumbramos a recibir éstos estímulos nuestra mente se va acostumbrando a ellas y, por lo tanto, se reducen los efectos. Efectivamente, como era de esperar, las personas participantes en éste otro estudio tenían una menor reacción después de haber visto más veces la escena de un hombre recibiendo descargas eléctricas.

Experimentos semejantes a éste último fueron realizados por otros autores unos años después. Y, en concreto, el texto recoge el realizado por Averill el 1972 y el de Cline del 1973. En los dos trabajos se intenta demostrar que la exposición previa, la preparación (o vacunación como me gusta llamarlo a mi), sirve para que la mente de las individuos esté preparada para recibir ciertos impactos emocionales a través de la televisión. Éste trabajo previo sirve para modificar la escala de valores que tienen las personas en referencia a aspectos como la violencia (en éste caso), o en otros temas si fuera el caso.

Después de toda la argumentación a través de los ejemplos y los experimentos, Eysenck y Nias si que pueden llegar a la conclusión que la desensibilización es, por lo tanto, una manera de cambiar la conducta y las reacciones emocionales. Y, precisamente, pueden afirmar todo esto gracias a la documentación que ellos mismos presentan en el artículo. Este vendría a ser el punto fuerte del escrito, ya que su argumentación se convierte, de esta manera, en difícil de contestar.

A parte de esto, si que quiero señalar un aspecto que creo que tiene su importancia en la vida real, y que aparece en el texto con poco desarrollo posterior. Se trata del planteamiento de cómo la industria de los media nos prepara, nos envuelve, para recibir algunos de sus mensajes. Como intentan adaptar al máximo el entorno para convertirnos en mejor receptores y que, a la vez, nuestra mente esté más sensible para reaccionar ante sus estímulos. Voy a concretar. Afirman que normalmente vemos un tipo concreto de imágenes en el sofá de casa, cómodos y tranquilos, o bien, en el cine, en una butaca cómoda, a oscuras, y con todas las comodidades posibles. Todo esto hace que, según los autores, inmediatamente reduzcamos nuestras defensas y alertas a posibles sensaciones negativas, a la vez, que alteramos nuestra jerarquía moral, que protege nuestra mente de forma subconsciente.

Un punto débil, una falta, que detecto en el artículo es una mayor exposición de las conclusiones de los propios autores. Estos plantean muy bien la situación para que después, al final, no se aventuren a intentar extraer una conclusión general, con una buena exposición de sus puntos de vista. Un trabajo que, por tanto, dejan para el lector.

Finalmente, me gustaría destacar el final mismo del texto. Dicen que los teóricos no han estudiado tanto éste tema como los efectos de imitación o desinhibición. Y, precisamente, se preocupan por esto porqué consideran que las consecuencias de una nación desensibilizada ante la violencia son tan malas, si no más, que los de deshinibición o imitación. Y, por lo tanto, dan la alerta acerca de la necesidad de continuar estudiando éstos aspectos, tan importantes en un mundo actual en el que el debate acerca de la regulación o no de los contenidos de las televisiones es constante en todos los niveles.


Xavier Sala

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